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Empoderarnos es enfocarnos en cultivar para luego concertar y proyectar  cada parte de nuestra esencia, intereses, dotes y  atributos internos.

mujeres

Nos tocó vivir en los 2000, una época llena de cambios  y avances que pasan frente a nuestros ojos tan rápido como un cometa, hoy en día el conglomerado masculino no termina de sorprenderse de cómo cada vez más las mujeres asumimos roles de gran envergadura y manifestamos todo aquello que se nos cruza por nuestra mente.

A pesar de ese sabor a independencia que  podemos hoy degustar gracias al esfuerzo de muchos años de lucha, aún hay quienes colocan precio a lo que ven por fuera y le pasan por encima al talento y conocimiento adquirido en todo el camino recorrido para ser  profesionales.

Yo,  por  ejemplo tuve la fortuna de elegir lo que quería ser cuando fuese grande “ser periodista” estoy segura que muchas otras también contaron con la misma fortuna, pero, lamentablemente  un “eres muy linda, tienes muy buen porte y un vas a llegar muy lejos” terminaron de inclinar la balanza a un punto en que  nos sometieron a la vanalidad y tumbaron por completo la sabiduría que hubo una vez en nuestro interior.

Que nos halaguen por nuestra belleza física, sí, nos hace sentir bien…. Pero que hablen de todos nuestros dotes intelectuales y que nos reten, es definitivamente placentero. Si hay algo que hay que evitar por completo es el trofeismo, no somos un accesorio más que lucir en la discoteca, ni en el centro comercial, ni en la playa, pero mucho menos como una promotora con ropa ajustada, tacones y unas mil capas de maquillaje, ¿por qué los hombres tienen que comprar un producto porque ahí esta una chica capaz de provocarles sus deseos más irracionales?

Permitir que se pese por encima de la materia gris, lo superficial y que nos vean como símbolo de entretenimiento es volver a siglos pasados y darle una bofetada al feminismo, para absorber el machismo que implica la cosificación de la mujer, es nuevamente desconocer las capacidades en diferentes campos. No hay que volver a estar atrapadas en lo que imponen muchos de la sociedad, que aún actuando como borregos, colocan a la mujer en punto más bajo y mucho más limitado.

No debemos confundirnos en que elevarnos por nuestras características físicas a conseguir  determinadas cosas se traduce en empoderamiento, no es otra cosa que una forma de minimización. Que no queramos llevar tacones no nos hace menos mujeres, ni menos elegantes, no es casualidad  colocar a la mujer maravilla a combatir el crimen en tacones, semidesnuda y con elementos fetichistas, es todo un constante estereotipo.

El fin no es ahondar en teorías sociológicas, psicológicas y simbólicas, es solo tocar un poco la dignidad y el camino que hemos tenido que batallar al igual que las personas de distintas etnias, razas y colores, la comunidad gay, lesbianas, transexuales y bisexuales, así como las clases bajas, para ser incluidos en los mismos roles que  aquellos que nos dieron una vez la guerra.

Sepamos palpar la dignidad y el respeto, con actos cargados de responsabilidad, pensando en más allá del daño que hacemos a ellos, las consecuencias que acarrean  daños a nosotras mismas.